Los objetivos de Obama en este campo son claros: reducir los costos de la atención sanitaria y promover la salud pública, es decir, conseguir un sistema sanitario para todos los estadounidenses.
En EE.UU. la reforma sanitaria ofrece dos extremos o bien es administrada por el Gobierno y aumentan los impuestos o las compañías de seguros operan sin reglas. Para Obama y Biden esta visión está equivocada. Ellos han propuesto un plan que refuerza la cobertura del emplador, hace que las compañías de seguros sean responsables del paciente y garantizan la elección del médico y la atención, sin la injerencia del Gobierno. Es decir, los pacientes serán capaces de tomar decisiones de atención médica con sus médicos, en lugar de ser bloqueados por la compañía de seguros. Según el plan el coste del seguro médico bajará para los que ya lo tienen y los que no tendrán una elección de nuevas opciones de seguros que serán más asequibles.
Detalladamente lo que se busca es:
- Cubra condiciones preexistentes para todos los estadounidenses.
- Crear un crédito fiscal para ayudar a las pequeñas empresas a ofrecer un seguro de salud asquible para sus empleados.
- Exigir a los empleadores que no ofrecen cobertura a sus empleados contribuir con un pocentaje de la nómina de pago.
- Establecer un Seguro Nacional de Salud que permita comprar la cobertura de salud asequible.
Pero la reforma de la sanidad no solo se basará en las formas de aseguranza y en la reducción del precio de estos, sino que también se pretende bajar el precio de los medicamentos y potenciar el uso de medicamentos genéricos. Reducir los costos de enfermedades catastróficas y reformar el mercado de seguros para incrementar la competencia.
De este modo se busca un sistema sanitario con facilidades para poder ser utilizado por toda la población pero no un sistema público al modo de los existentes en Europa.